Hoy, es uno de esos días
que por más que uno se empeñe,
nada sale según lo previsto. Estando como estamos obligados a renunciar a la ruta prevista, lo mejor, es buscar una alternativa, antes que quedarse en
casa lamentándonos del infortunio.
Mi compañero conoce muy poco de
la zona, y dado lo avanzado del día, optamos por improvisar
una ruta en las inmediaciones de
La Iruela, menos es nada. El control de
Riogazas es nuestro punto de partida y sin demora nos ponemos en marcha. Pese a
encontrarnos en otoño, el buen tiempo invita a caminar y tal vez, por ese
motivo, encontramos algún que otro
turista fuera de la pista forestal, con los que llegaremos a cruzar un breve saludo y cada uno a lo suyo.
El collado de Cagahierro es nuestra primera referencia en la subida hacia el
Gilillo. Junto a su tornajo, se encuentra un pequeño rebaño vigilado de cerca
por su pastor, con el que mantenemos un
buen rato de conversación; mientras este,
da cuenta de su cigarro, nos va
relatando historias de su vida por la
sierra, como él, gusta de llamarla;
tiempos, en los que abundaba el trabajo y
podía transitar con su rebaño en busca de pasto por cualquier parte,
sin tantas trabas administrativas como ocurre desde que la sierra es
Parque Natural y anteriormente fuera
coto de caza.
Pero los días son cortos y el
camino largo, y aún nos queda todo por
andar, así que nos despedimos de nuestro amigo, dejándolo al cuidado de su
rebaño y en compañía de sus recuerdos;
el puerto del Gilillo nos espera y las subidas siempre son duras. Llegados a este punto, las opciones que se abren son
varias; entre otras, la subida al pico
queda descartada para otra ocasión, por lo que
siguiendo el camino que bordea los Castellones, enfilamos hacia el
puerto del Tejo. Nuestro caminar es ligero, pero no por ello descuidamos esos
pequeños detalles que van saliendo a
nuestro paso y anotamos mentalmente alguna senda que nos invita a volver, para
recorrerla con detenimiento y ver hasta dónde nos llevara. El puerto del Tejo
ya queda cerca, y antes de llegar a él,
destaca por encima de todos, la caseta forestal del Banderín.
En el puerto, nos entran las
dudas y miramos el reloj, ¿bajar directos hacia Prado Redondo o buscar la
laguna de La Iruela? y de este modo, ampliar la circular. Esta última opción se
impone, pero no podemos entretenernos pues el sol anda bajo y va quedando poca
luz, justo antes de llegar a la laguna, el camino desciende hacia el parador, pero ese no es nuestro destino, así que toca remontar un
pequeño repecho para llegar hasta ella y desde allí enlazar con el camino que viene del puerto de Los
Arenales buscando Rechita, ya nos va quedando menos y esta parte del camino la
conocemos bien, con lo que aflojamos el paso. Con las últimas luces del
día vemos recortarse al fondo, la figura
del castillo de La Iruela, lugar donde pondremos punto final a nuestro camino.
Control de Riogazas.
Tornajo de Cagahierro.
Los Castellones.
Puerto del Gilillo.
Mirando hacia atrás, el Gilillo y Los Castellones.
El Banderín.
El Escribano.
Castillo templario de La Iruela.
Las vistas son fantásticas. Este periodo es especialmente mágico.
ResponderEliminarSalomé, el otoño es una estación especial, por su colorido, por su olor y por todo el ambiente que le rodea. Es mi estación favorita.
EliminarUn saludo.
Pues para ser una ruta improvisada y no tener mucho tiempo.... ¡¡os ha salido una ruta preciosa!!
ResponderEliminarNo parece que haga malo por allí....
Por aquí hace un frío que "pela"!!!!!!!!!! jajajajja
Un abrazo ¡¡Montañero!!
Hola Toñi, en esos días el tiempo acompaño durante el día, pero por la noche era otra historia. Y la verdad, pese a no ser la que pensábamos hacer, la ruta fue muy chula. Por otra parte por mucho frio que haga, a ti te gustan los días perrosssss, para salir al monte.
EliminarUn abrazo.