Quien viaja deprisa, pierde la esencia del viaje.

14.11.13

de Riogazas a La Iruela…


Hoy, es uno de esos  días  que por más que uno se  empeñe, nada sale según lo previsto. Estando como estamos  obligados a renunciar a   la ruta prevista, lo mejor, es buscar  una alternativa, antes que quedarse en casa   lamentándonos del infortunio.
Mi compañero conoce muy poco de la zona, y dado lo avanzado del día, optamos por  improvisar  una ruta en  las inmediaciones de La Iruela, menos es  nada. El control de Riogazas es nuestro punto de partida y sin demora nos ponemos en marcha. Pese a encontrarnos en otoño, el buen tiempo invita a caminar y tal vez, por ese motivo, encontramos  algún que otro turista fuera de la pista forestal, con los que llegaremos a  cruzar un breve saludo y cada uno a lo suyo. El collado de Cagahierro es nuestra primera referencia en la subida hacia el Gilillo. Junto a su tornajo, se encuentra un pequeño rebaño vigilado de cerca por su pastor, con el que  mantenemos un buen rato de conversación; mientras este,  da cuenta  de su cigarro, nos va relatando  historias de su vida por la sierra, como él, gusta de  llamarla; tiempos, en los que  abundaba el  trabajo y  podía transitar con su rebaño en busca de pasto por cualquier  parte,  sin tantas trabas administrativas como ocurre desde que la sierra es Parque Natural y anteriormente fuera  coto de caza.
Pero los días son cortos y el camino largo, y aún nos queda todo  por andar, así que nos despedimos de nuestro amigo, dejándolo al cuidado de su rebaño y en compañía de sus recuerdos;  el puerto del Gilillo nos espera y las subidas siempre son  duras. Llegados a  este punto, las opciones que se abren son varias; entre otras,   la subida al pico queda descartada para otra ocasión, por lo que  siguiendo el camino que bordea los Castellones, enfilamos hacia el puerto del Tejo. Nuestro caminar es ligero, pero no por ello descuidamos esos pequeños detalles que van saliendo  a nuestro paso y anotamos mentalmente alguna senda que nos invita a volver, para recorrerla con detenimiento y ver hasta dónde nos llevara. El puerto del Tejo ya queda cerca, y  antes de llegar a él, destaca por encima de todos, la caseta forestal del Banderín.
En el puerto, nos entran las dudas y miramos el reloj, ¿bajar directos hacia Prado Redondo o buscar la laguna de La Iruela? y de este modo, ampliar la circular. Esta última opción se impone, pero no podemos entretenernos pues el sol anda bajo y va quedando poca luz, justo antes de llegar a la laguna, el camino desciende  hacia el parador, pero ese no es  nuestro destino, así que toca remontar un pequeño repecho para llegar hasta ella y desde allí enlazar con  el camino que viene del puerto de Los Arenales buscando Rechita, ya nos va quedando menos y esta parte del  camino la  conocemos bien, con lo que aflojamos el paso. Con las últimas luces del día vemos recortarse al fondo,  la figura del castillo de La Iruela, lugar donde pondremos punto final a nuestro camino.


Control de Riogazas.

Tornajo de Cagahierro.



Los Castellones.





Puerto del Gilillo.



Mirando hacia atrás, el Gilillo y Los Castellones.

El Banderín.





El Escribano.





Castillo templario de La Iruela.

4 comentarios:

  1. Las vistas son fantásticas. Este periodo es especialmente mágico.

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    1. Salomé, el otoño es una estación especial, por su colorido, por su olor y por todo el ambiente que le rodea. Es mi estación favorita.
      Un saludo.

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  2. Pues para ser una ruta improvisada y no tener mucho tiempo.... ¡¡os ha salido una ruta preciosa!!
    No parece que haga malo por allí....
    Por aquí hace un frío que "pela"!!!!!!!!!! jajajajja
    Un abrazo ¡¡Montañero!!

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    1. Hola Toñi, en esos días el tiempo acompaño durante el día, pero por la noche era otra historia. Y la verdad, pese a no ser la que pensábamos hacer, la ruta fue muy chula. Por otra parte por mucho frio que haga, a ti te gustan los días perrosssss, para salir al monte.
      Un abrazo.

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