Apenas despuntan los primeros rayos de sol, cuando llego a
Canto Cochino. Pese a la hora tan temprana, el lugar rebosa actividad por todas
partes, grupos de senderistas esperando a algún rezagado, escaladores revisando
el material que utilizaran en esa pared que les está aguardando. Caminar solo,
hace que mis preparativos sean breves, y, en nada, me encuentro caminando por
la autopista, cruzo algunos saludos de rigor con otros caminantes y cada uno,
sumido en sus pensamientos, sigue su propio camino.
Recuerdo la única vez
en que he subido a Las Torres de La Pedriza, en aquella ocasión iba con un
grupo numeroso, y las sensaciones pese a
ser buenas, fueron totalmente distintas a las que siento hoy. Según avanzo, reconozco algunos rincones y otros, me suenan a nuevo,
pero, por las referencias que llevo, todo indica que voy en la buena dirección.
Con algún que otro resuello de más,
empiezo a ver más cielo, que copas de pino, lo que indica que el collado
del Miradero, no está muy lejos.
Una vez en el collado, hago una larga parada, las vistas bien
lo merecen; miro esos lugares, que hasta la fecha he recorrido con mi compañero
de andaduras, La Maliciosa, La Cuerda
Larga, El Hueco de San Blas, y Peñas Linderas y Alto de Matasanos, que aún están pendientes. Al igual que en
mi anterior visita, un numeroso rebaño de monteses se solean tranquilamente.
Con paso tranquilo y disfrutando del lugar me dispongo a
recorrer Las Torres (punto más elevado de
La Pedriza). La soledad y el mismo lugar en el que me encuentro, me
sobrecogen, pero…viendo la hora que es y que las fuerzas están intactas, me
dispongo a llegar hasta el collado de La Ventana, esta parte del camino es
nueva para mí, lo que hace que preste más atención.
Dentro de la belleza de este lugar, reconozco que contiene
sus riesgos y el camino se presta a sufrir cualquier despiste. Contemplando
estos altos farallones uno se siente pequeño e insignificante. Como no podía
ser de otra forma, una canal, pone a
prueba mis nervios y mi sentido común, superar este paso me lleva un tiempo, pero
una vez conseguido camino más tranquilo al ya cercano collado de La Ventana.
Una larga parada, para recuperar fuerzas y seguir disfrutando
en soledad del entorno. A lo largo de la mañana, apenas un par de personas
cruzaron su camino conmigo. Desde aquí, el camino se torna más fácil, solo queda
seguir en descenso los hitos que aparecen cada poco, hasta la aparición de una
pequeña senda, que me deposita de nuevo en la tan trillada autopista. En este
punto, la fauna cambia notablemente con respecto a la mañana, pues son
numerosas las familias que disfrutan del día, esparcidas por las praderas
cercanas a Canto Cochino, que a estas horas del día, se encuentra ya totalmente
masificado.
Las Torres.
Puente hacia el refugio Giner.
PR-M1
La Bota.
Collado del Miradero o de Prao Poyos.
Arroyo de los Poyos.
sencillamente espectacular
ResponderEliminarGracias por tus amables palabras. Espero que sigas disfrutando de próximas entradas.
EliminarUn saludo.
Un recorrido precioso, bosque, agua, roca.... no dejan de sorprenderme las fotos de la cabra hispanica, que animal tan poderoso, las vi en Gredos y me impresionaron mucho, aquí en el norte no las tenemos, aunque hay una zona de León que intentan reintroducirla.... muy buen reportaje fotográfico. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Carlos.
ResponderEliminarEsos machos fueron reintroducidos hace ya algunos años, al no tener depredador alguno es fácil verlos por toda esta zona. La verdad es que son espectaculares, hace un tiempo, tuve la oportunidad de ver una lucha por las hembras, eso si es espectacular.
De La Pedriza, poco se puede decir, tiene de todo, para disfrutarla en todos los sentidos.
Un abrazo.