Quien viaja deprisa, pierde la esencia del viaje.

17.5.12

La Maliciosa por La Barranca.


Ascender una montaña es un esfuerzo duro, y para muchas personas, incluso un esfuerzo inútil. Pero yo siempre he salido ampliamente recompensado.
Josep de Tera.



Hoy, es uno de esos días, que madrugar cuesta  un poco menos, mientras el resto del personal, se encamina a sus respectivos trabajos, nosotros nos vamos hacia La Maliciosa.
Nuestro camino, empieza en el pequeño valle de La Barranca, un precioso rincón de la sierra del Guadarrama. El valle rebosa vida por todas partes y el agua procedente de las ultimas nieves campa a sus anchas; mi compañero seguro pensara que estoy como una cabra, pero…sin pensarlo mucho, salgo disparado hacia el rio, es una invitación en toda regla  para hacer fotografías,- solo por esto, ya mereció la pena venir -.  Al poco rato, una mirada suya me indica que tiempo tendré para hacer mas fotografías, el sol aprieta y el camino va a ser duro.
Antes de abandonar el pinar, una última mirada al mapa, para comprobar que vamos en la buena dirección,  los nombres que vemos reflejados en él,  no auguran nada bueno, -La Maliciosa (montaña maldita), la garganta del Infierno, Emburriaderos –¿quien pondrá esos nombres?-. Poco a poco el pinar va quedando atrás, dando paso a una vegetación más propia de alta montaña y en nuestra animada conversación, los dos coincidimos, que  parece que estemos caminando por un valle pirenaico, pero no, estamos en Guadarrama. El camino sin más, pasa a ser una senda con bastante piedra suelta y con un desnivel más que importante, el agua corre próxima a nosotros formando graciosos saltos de agua, que  nos invitan a disfrutar del camino.

Embalse del Ejercito.



Arroyo de Navacerrada.



La Barranca.

Por el Regajo del Pez.


Sea por el calor, o por la fuerte pendiente, algo no va bien, las piernas no tiran como deben y  cada vez veo recortarse, la figura de mi compañero  un poco más arriba. Penando más de lo imaginado voy ganando el collado del Piornal, según me  acerco, veo emerger por mi izquierda las inconfundibles antenas de Guarramillas,  tiempo tendré para ocuparme de  ellas. Una vez en el collado me reúno con mi compañero,   tras un breve  y merecido descanso para recuperar el resuello, seguimos el camino, eso sí,  esta vez mucho más llevadero hacia la cima de La Maliciosa, apenas nos cruzamos con un par de caminantes que  vienen de regreso y nos invitan a disfrutar a solas de la cima en toda su plenitud, ahora es cuando uno se olvida de todo lo penado para llegar hasta aquí, pues las vistas que nos regala bien merecen todo el esfuerzo realizado. Tras reponer fuerzas, uno se sienta allí, en una piedra, disfrutando  posiblemente  de una las mejores vistas de toda la sierra,  desde aquí, se abarcan  con la vista, la inmensa mayoría de picos que forman la sierra madrileña, y a lo lejos, casi juntándose con el horizonte  se aprecian los picos nevados de Gredos. Nos recreamos mencionando los lugares que ya hemos pisado y las anécdotas vividas en ellos, y como no podría se de otra forma,  los que todavía nos faltan por pisar, y esperamos poder hacerlo pronto.
Bajando por Guarramillas vemos a un grupo numeroso que se dirige hacia donde nos encontramos, por lo que nos ponemos en marcha de nuevo,   la cima de Guarramillas, nos espera, toca bajar de nuevo al collado y otra pequeña subida hasta su cima. En este punto nos cruzamos  a muchos  caminantes que suben desde el puerto de Navacerrada y especialmente a corredores de montaña, gente que llama bastante mi atención, -verlos correr entre las piedras y que no se caigan, para mí, es todo un misterio- .

Guarramillas, desde el collado del Piornal.

Llegando a La Maliciosa.

La Cuerda Larga.

Al fondo,  Peñalara.

Siete Picos y La Mujer Muerta.

La Maliciosa desde, Guarramillas.

Las Buitreras.

Por La garganta del Infierno.


El sol,  es de justicia pero un viento frio hace que muchos vayan bien abrigados, nos entretenemos un rato viendo mejor algunos de los picos que antes nos pillaban  más alejados, e incluso podemos  ver los campanarios de la catedral de Segovia, así como la meseta castellana. Sin demorarnos mucho empezamos a bajar por la pista de hormigón, buscando  lo que se conoce como la senda de la tubería, al final supimos bien, el porqué de su nombre. Nos metemos en la garganta del infierno, pero, como la pillamos  cuesta abajo, su fiero nombre,  como, que ya nos da lo mismo, -bastante he penado ya-, así que simplemente nos dedicamos a deleitarnos con el paisaje, que por cierto nos ha sorprendido muy gratamente a los dos. La nieve esta primavera ha sido generosa y el agua corre por todas partes en busca del valle; volvemos a adentrarnos en el pinar,  una estrecha senda nos  acerca al lugar de donde partimos hace ya unas cuantas horas, eso sí, no sin antes hacer alguna que otra fotografía, -que paciencia tiene mi compañero-.  Justo en el coche volvemos a coincidir con uno de los corredores que vimos por allí arriba y mantenemos una animada conversación con él, nos cuenta las carreras que se harán próximamente por la zona y en las que él participara, al tiempo que nos invita a que participemos al menos, como espectadores,  como ya viene siendo habitual, nos despedimos de este curioso personaje, deseándonos suerte en nuestras próximas salidas.






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