Quien viaja deprisa, pierde la esencia del viaje.

25.4.12

Majalasna.

Sin  saber muy bien donde me llevaran mis pasos, me pongo de nuevo en camino. Desde el coche, disfruto de una buena panorámica de la sierra de Guadarrama, y compruebo,  que las cimas están repletas de nieve, con lo que la decisión empieza a estar clara, el valle de La Fuenfria, -un viejo conocido, que aún tiene muchos rincones que mostrarme-,  es el lugar elegido.
Tal vez, por ser el de menor altura o por estar separado del resto, Majalasna, es el único pico con nombre propio, de los siete que forman la cadena montañosa de Siete Picos, y es, el lugar al que me dirijo. Para llegar hasta él, habrá que enlazar diferentes caminos que por sí mismos, bien merecen una visita.
Pasando por encima del puente del Descalzo, -punto de salida de diferentes rutas-   busco el comienzo del camino Schimd. A poco de comenzar a caminar,  me topo con el arroyo de Navazuela que baja repleto de agua y me atrapa con sus innumerables saltos de agua, lo que hace que me entretenga  haciendo fotografías, pero el tiempo apremia y no debo demorar demasiado,  tiempo habrá para seguir disfrutando. Pronto, el camino se pone pino, y aún, más pronto de lo previsto,  me topo con la nieve –un contratiempo con el que no contaba-, paso a paso, pero sin prisa voy subiendo en busca del collado Ventoso. Un poco más arriba veo a otro senderista que va bien pertrechado, -la cagaste otra vez-, mejor no pensar en ello no es tiempo de lamentaciones, toca apretar bastones y seguir hacia arriba.

 Puente romano Del Descalzo.

Arroyo de La Navazuela.

Tirón de la raíz.

Los Corralillos.

Camino Schmid.






Una vez en el collado,  mire hacia donde mire, solo  se ve nieve. Unas  huellas en la senda de los Alevines dan otro color al día, sin pensarlo mucho me dirijo hacia ellas, y como si de una coreografía se tratara, voy siguiéndolas y metiendo mis pies en cada una de ellas, quien me vea en la distancia pensara que ando mal de la cabeza, pero este baile, evita que  me hunda  en la nieve hasta las rodillas. De este modo tan peculiar, sigo por la ladera de Siete Picos, en busca de la pradera de Majalasna, lugar que me ofrece unas magnificas vistas de gran parte de la sierra, por un lado La Peñota y Peña Águila, por otro el cerro Minguete y Montón de Trigo –este truhan, se mofa de mi, cada vez que me acerco a él,  muestra su peor cara-, por otro lado Siete Picos con Majalasna a mi espalda, y como no, Guarramillas –Bola del Mundo- y La Maliciosa, sin olvidar el valle de la Fuenfria y el valle de Los Caídos.
Un alto en el camino para disfrutar de las vistas y reponer fuerzas antes de proseguir. A partir de aquí la nieve poco a poco irá desapareciendo, pero antes de que esto pase,  veo con asombro a un ciclista empujando su bici; me pregunta si va bien hacia el collado Ventoso, con lo que mi cara de asombro aumenta aún mas,  a pesar de comentarle  como se encuentra el camino y mis dudas de que consiga llegar, decide proseguir. Ver para creer, hay gente pa to.
Con paso ágil y ya sin nieve  me planto en los miradores  de los poetas, lugar de parada obligatoria,  donde converso con otros senderistas y comentamos  la cantidad de nieve que hay para las fechas en que nos encontramos. Desde aquí solo me queda  buscar  la vereda del Ángel, que ya todo en descenso y con paso tranquilo me ha de llevar hasta el arroyo de La Venta, próximo al punto donde empezó todo, y final del camino como tal.


 Collado Ventoso.

 Peña Bercial.

 Majalasna y su pradera.

 La Peñota y Peña Aguila.

Siete Picos.

 Guarramillas y La Maliciosa.

 Vereda del Angel.







Arroyo de La Venta.

4 comentarios:

  1. Hello
    You have so beautyful pictures.
    I comming bach.
    Karin in Norway.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tus amables palabras, espero que sigas volviendo por aquí.
      Un saludo.

      Eliminar
  2. Un recorrido precioso y con muy buena fotografía, veo que también tuviste un buen día, las fotos del río espectaculares. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Carlos.
      La verdad, es que salió un día redondo, la montaña invitaba a disfrutar de ella. Los arroyos bajaban repletos de agua y no era cuestión de desaprovechar la ocasión.
      Un abrazo.

      Eliminar