Quien viaja deprisa, pierde la esencia del viaje.

3.11.11

La senda de las animas.

En algunas ocasiones, cuando nos adentramos en recovecos perdidos y olvidados de la historia, no podemos por menos que estremecernos ante algunos acontecimientos que hoy día nos asombran y sorprenden, pero que antiguamente eran simples y habituales aunque no por ello menos perturbadores. Uno de esos sucesos, que en siglos como el XVIII, el XIX o principios del XX eran sinónimo de respeto y terror por igual, se llevaba a acabo en plena Sierra de Cazorla, Segura y las Villas (provincia de Jaén), y se la conocía como "Camino de Los Muertos o Sendero de los Espíritus". Un trayecto simbólico que aún hoy genera un atisbo de temor en los más viejos del lugar.
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Al fondo, sierra de Segura.

 Al fondo, sierra de Las Villas.


La primera referencia que tengo de la senda de Las Animas o Camino de los Muertos, llega hasta mí, envuelta en un halo de secretismo, por lo que muestro bastante interés por dicha senda. Posteriormente el programa cuarto milenio, me confirma  en la necesidad de caminar  por ella.
Preguntando por esta historia, nadie de mis conocidos sabe con exactitud  la veracidad de la misma, lo único claro que tenemos es su destino final, que no es otro que el castillo de La Iruela, y todos, dentro de nuestro escepticismo, mantenemos el máximo respeto hacia esta historia o leyenda.
El pasado día de los difuntos, llego el día que caminaría por dicha senda, no sin sentir en mi interior una cierta congoja, por todo lo oído o leído sobre ella. Como es habitual en mí, siempre que es posible, aprovecho la generosidad de un buen amigo que me acerca camino de su trabajo, hasta el comienzo del camino (cerca del puerto de Las Palomas). Una pequeña senda que bien podría pasar por un camino de cabras, un camino  en desuso, que se está perdiendo entre piedras  y ramas caídas de los arboles, si bien es cierto que un poco más arriba, dando a la otra vertiente, pasa a ser un camino reconocible y en bastante buen estado, pese a estar alejado de los círculos habituales de los senderistas de estas sierras.
Un camino pegado a grandes paredes por un lado y mostrando la campiña por el  otro. A poco más de la mitad de su recorrido confluye con otros caminos bastante más utilizados, pero no por ello menos atractivos y con importantes puntos de parada obligatoria, como son el nacimiento de Rechita o la Mocha. Justo en este punto decido ampliar mi recorrido subiendo por la Mocha en busca de Prado Redondo, y la ermita de la Virgen de la Cabeza. De este modo mi llegada al punto final de la senda, la hare por la parte más tranquila y menos transitada del pueblo de La Iruela, que  seguramente sería la que hoy en día utilizarían estos duros hombres de leyenda y pertenecientes a tiempos  pasados.








 Nacimiento de Rechita.



 La Mocha.

 Prado Redondo.



El Escribano.

 Castillo de La Iruela

Calle del Temple.

Ruinas de la iglesia de Santo Domingo de Silos.



5 comentarios:

  1. Interesante y algo tenebroso, pero tiene muy buena pinta. Un buen reportaje. Saludos.

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  2. Interesante este camino, muy buenas tomas!

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  3. Carlos, Laura, gracias por vuestro comentario. Lo cierto, es que lo verdaderamente interesante del camino, -independientemente de su belleza que la tiene-, es su historia. Hay radica el verdadero interés por realizarlo.
    Un saludo.

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  4. Un gran relato, acompañado de un excelente reportaje fotográfico. Los detalles, en esta ocasión, casi ganan más fuerza que las tomas en conjunto.
    Me gusta. Es uno de los lugares que no conozco, mi asignatura pendiente en montaña.
    Un abrazo Paco

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  5. Gracias por tu comentario Ángel. La opinión de un maestro es bien recibida, y es algo a tener siempre en cuenta.
    Un abrazo.

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